martes, 6 de marzo de 2007

El paisaje y sus tipos.

Paisaje, término geográfico difícil de precisar por su subjetividad, que suele
definirse como el territorio o porción de la superficie terrestre que se presenta ante la propia mirada, o como el aspecto que ofrece un territorio y que depende tanto del lugar de observación como del observador. Todo lo que una persona observa cuando mira a su alrededor forma parte del paisaje.

Para dar una definición más objetiva del paisaje hay que recurrir al análisis de aquellos elementos que lo constituyen, es decir, se puede decir que es el resultado de la interacción del clima, las aguas, el relieve, la vegetación, la fauna, el suelo y las personas, fundamentalmente.

Clasificando todos esos elementos, se comprueba que el paisaje está formado por unos componentes físicos y biológicos que constituyen el medio natural, y por otros de origen humano. De esta forma, se puede decir que el paisaje es consecuencia de la interacción que hay entre todos esos componentes; o lo que es lo mismo, definir el paisaje como el resultado de las relaciones que, sobre el espacio, se establecen entre el medio natural y los seres humanos. En esta misma línea, el Consejo de Europa, en el Convenio de Florencia del año 2000, definió el paisaje como “cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos”.

2. EL PAISAJE, OBJETO DE ESTUDIO DE LA GEOGRAFÍA

El paisaje, en ocasiones asociado al término espacio geográfico, en cuanto que habla de las relaciones e interacciones entre el medio natural y humano sobre la superficie terrestre, ha sido y es objeto de estudio de la geografía como ciencia. En los últimos doscientos años la evolución del pensamiento geográfico científico, en sus diferentes corrientes metodológicas y de análisis, se ha ocupado del estudio del paisaje desde distintos enfoques.

Aunque tuvo otros predecesores, posiblemente, el autor que primero hizo auténtico hincapié en el estudio del paisaje fue el francés Paul Vidal de la Blache, a través de sus estudios de geografía regional. A partir de sus análisis espaciales de numerosas regiones, este geógrafo identificó los genres de vie, o modos de vida de las personas, que caracterizaban las diferentes regiones del globo. Cada región o pays tenía unas características propias que la definían respecto de las demás. Estas características comprendían tanto el medio natural como las formas de vida (económicas, sociales, políticas, religiosas y culturales) que habían desarrollado sobre ella sus habitantes para adaptarse y modificar el medio a sus necesidades. El análisis de los componentes físicos y humanos de una región y las interrelaciones que se establecían entre ambos, o lo que es lo mismo, el estudio del paisaje, era el objetivo de la geografía en aquella época. La posición de Vidal de la Blache de relacionar en el territorio los fenómenos humanos y naturales influyó mucho en la geografía posterior. Sin embargo, su visión determinista estaba muy condicionada por el modo de vida rural, que todavía era predominante en la época en la que él vivió. Por eso sus estudios no consideraban aún suficientemente la impronta que sobre el paisaje empezaban a tener otras transformaciones humanas, más globales que sus genres de vie.

El estudio del paisaje evolucionó de acuerdo a la nueva sociedad del siglo XX, más urbana e industrial y en el que las regiones estaban menos aisladas. Hacia 1920, en Estados Unidos, destacó la figura de Carl Sauer, que daba mucha importancia a la noción de paisaje cultural (Kulturlandschaft) frente a la de paisaje natural. Desde este enfoque el paisaje era el resultado de la acción cultural (humana) sobre el medio natural. Según Sauer, para comprender los territorios había que estudiar su evolución, ver todas sus transformaciones, diferenciar las distintas fases por las que pasaba un paisaje, y así conocer cómo se producía el cambio que había transformado los paisajes naturales en paisajes culturales.

Ya en las décadas de 1960 y 1970, en Francia, autores como Pierre George apuntaron la diferenciación entre: el paisaje natural, conocido y explorado, pero sin organizar y con densidades de población bajas; el paisaje modificado, como un primer estadio de transformación propio de sociedades no industrializadas, donde el espacio está acondicionado pero sin comprometer el equilibrio ecológico; y el paisaje ordenado, propio de sociedades industriales con la capacidad técnica suficiente para modificar el medio de manera drástica produciendo fuertes tensiones ecológicas y sociales.

En la geografía más contemporánea el paisaje se entiende como un geosistema o conjunto de elementos y procesos en interacción continua. Este sistema tiene numerosos elementos que se pueden clasificar en 3 esferas o subsistemas que pueden estudiarse por separado, pero siempre teniendo en cuenta que están interconectadas:

1. Esfera abiótica. Incluye los componentes físicos del paisaje que sirven de sustrato inerte ya sea sólido (rocas), líquido (agua) o gaseoso (aire). Supone el estudio del relieve, el clima, los ríos...

2. Esfera biótica. Incluye los componentes biológicos naturales como los animales y la vegetación. Requiere hacer estudios biogeográficos sobre distribución de especies, formaciones vegetales...

3. Esfera antrópica. Incluye todo lo relacionado con las actividades del ser humano. Es decir, la economía, los estudios demográficos, las relaciones sociales, el medio urbano, las agresiones ambientales, la geopolítica…

3. TIPOS DE PAISAJES

Para describir los paisajes terrestres se utiliza el término paisaje geográfico, que abarca tanto al paisaje natural como el cultural de una región, es decir, el modificado por las personas. Hay paisajes geográficos en los que predominan las características del medio natural y otros que reflejan una marcada huella humana.

Básicamente, se suelen utilizar 2 criterios para clasificar los numerosos paisajes geográficos: el de tipo físico y el criterio de grado de intervención humana.

1. Según un criterio de tipo físico, los paisajes se clasifican en varios tipos. En función del relieve, se habla de paisaje montañoso (con cordilleras, sierras, valles escarpados…), paisaje de llanura (altiplanos, páramos, vegas, mesetas…) y paisaje de costa (con acantilados, playas, calas, marismas, cabos, golfos, rías…). En función del clima y la vegetación, se pueden distinguir: paisajes templados (con el bosque mediterráneo de encinas y alcornoques, el bosque atlántico de robles y hayas, la taiga de coníferas, las praderas y estepas de vegetación herbácea); paisajes cálidos (donde destaca la selva o pluvisilva, el bosque tropical, la sabana y algunos desiertos tropicales); y los paisajes fríos (como la tundra de hierba, musgos y líquenes, las tierras heladas de los glaciares, algunos desiertos de zonas templadas y la alta montaña).

2. Según el grado de intervención humana, los paisajes se clasifican en naturales y transformados.

Los paisajes naturales. Son aquellos que apenas han sido modificados por la actividad humana. Este tipo de paisaje es cada vez menos frecuente. Por ejemplo, es prácticamente inexistente en Europa y muy escaso en aquellas áreas del planeta que están más habitadas. Se suele llamar paisaje natural al de las cumbres de algunas montañas, las selvas, la costa deshabitada, los desiertos, la Antártida... En un principio, todos los paisajes terrestres eran naturales y la influencia humana apenas se notaba en la superficie terrestre. Sin embargo, hoy prácticamente no quedan lugares en el planeta donde el medio natural se conserve totalmente intacto y por eso se consideran también como naturales aquellos paisajes en los que la influencia humana es casi inapreciable. Algunos paisajes geográficos presentan grandes dificultades para el asentamiento y las actividades de la población, por lo que están prácticamente deshabitados y son considerados paisajes naturales. Las regiones polares, las selvas y los desiertos son los paisajes más inhóspitos, por eso son los menos poblados de todos los medios naturales del globo. El frío en los polos, el calor y la humedad en las selvas y la aridez en los desiertos dificultan y, en ocasiones, impiden la ocupación humana. Las montañas también suelen estar poco habitadas porque el clima es más duro, los suelos son poco adecuados para la agricultura y las comunicaciones resultan difíciles. La humanidad transforma directamente aquellos lugares sobre los que actúa en diferentes grados. Así, las comunidades prehistóricas tenían un impacto mínimo sobre el paisaje natural. Pero este impacto aumentó en las sociedades agrarias, y se multiplicó en las industriales y postindustriales. En el momento actual, la humanidad no solo tiene la capacidad de transformar el paisaje de forma directa, sino que con sus actividades también modifica el medio natural de manera indirecta. Por ejemplo, debido a fenómenos globales como la contaminación se transforman paisajes naturales casi deshabitados como las altas montañas, los glaciares, las selvas y los mares. Las sociedades primitivas (algunos de los pueblos indígenas que habitan todavía el planeta) son las que menos transforman el paisaje.

Los paisajes transformados. Son aquellos en los que se reflejan las actividades humanas y las modernas formas de vida, ya sea porque en ellos vivimos las personas o los hemos organizado según nuestras necesidades, o porque los hemos ocupado con elementos artificiales, como pueblos, ciudades, carreteras, ferrocarriles, canteras, puentes, postes y cables de electricidad...

Todos los paisajes geográficos cambian con el tiempo y cada vez hay más paisajes humanizados y menos paisajes naturales. Ante la intensidad de las transformaciones, los gobiernos han puesto en práctica medidas para proteger la naturaleza. Los paisajes naturales que se consideran de mayor interés por su fauna, su flora y su relieve se declaran espacios protegidos, lo que significa que en ellos se controlan y, en algunos casos, incluso se prohíben numerosas actividades humanas. Asimismo, se protegen determinadas especies amenazadas, tanto vegetales como animales, o que estén en peligro de extinción, como la ballena y el lince ibérico.

4. PAISAJES TRANSFORMADOS

Los espacios más favorables al ser humano son los más densamente habitados y, por ello, son los más alterados. Las zonas de clima templado son las más habitadas de la Tierra (albergan alrededor del 70% de la población mundial), pues las temperaturas moderadas y las precipitaciones relativamente abundantes favorecen el asentamiento humano y las actividades económicas. La mayoría de la población se concentra en áreas situadas por debajo de los 500 m de altitud, y tiende a concentrarse junto a los ríos y cerca de la costa (se estima que casi un tercio de la población mundial vive a menos de 50 km del mar).

Como las personas somos capaces de superar las limitaciones impuestas por el medio natural de diferentes formas, se originan diferentes tipos de paisajes transformados: agrarios, industriales, urbanos, turísticos...

La influencia de los seres humanos sobre el paisaje es mayor cuanto mayor es su nivel tecnológico. Las sociedades primitivas originan una menor alteración que las sociedades desarrolladas. Estas últimas son las que contaminan más la atmósfera y las aguas, reducen la cobertura vegetal al talar bosques para obtener materias primas y alteran extremadamente el relieve para construir carreteras y túneles.

1. Paisajes agrarios

El paisaje transformado agrario o agropecuario se caracteriza por haber sido modificado para desarrollar en él actividades agrícolas y ganaderas. Abundan los campos de cultivo y aparecen instalaciones para el ganado, como granjas, establos o naves. Este tipo de paisaje apareció ya en los tiempos remotos del neolítico.

Los paisajes agrarios adquieren diferentes aspectos en función de cómo sea el terreno, del régimen de propiedad y explotación de la tierra, y de los cultivos y animales que se cuiden.

Algunos paisajes agrarios característicos son:

Las rozas. Es un paisaje típico de zonas cálidas que aparece junto a las selvas y bosques tropicales donde se practica una agricultura itinerante de subsistencia. Se trata de claros artificiales creados por la tala o quema de los árboles para cultivar tubérculos, legumbres o cereales. Cuando el suelo se agota se abre un nuevo claro para cultivar. Puede encontrarse en África ecuatorial y muchas regiones de Sudamérica y Centroamérica.
Los secanos en zonas cálidas (rotación de cultivos). Aunque con algunas variantes, esta tipología de paisaje presenta un núcleo de población rural en torno al cual se disponen las tierras de labor divididas en lotes, con parcelas de cereales, tubérculos y legumbres, y parcelas en barbecho, que van rotando para que el suelo se vaya recuperando. También suelen tener una pequeña zona de huerta. Paisajes característicos de este tipo son algunos ejidos mexicanos, pero se encuentran también en otras zonas cálidas de Hispanoamérica y África.
Los bancales. Se localizan en zonas con mucha humedad como el Sureste asiático. Este paisaje presenta parcelas protegidas por barreras artificiales de manera que quedan inundadas para que sea posible el cultivo de arroz.
Las dehesas. Son paisajes agroforestales en los que han desaparecido los matorrales y los pastos alternan con cultivos de secano y áreas arbóreas que presentan una densidad media de cobertura. Son típicas las dehesas de fresnos, encinas, melojos y alcornoques de la península Ibérica, en las que pasta el ganado ovino, porcino y bovino.
Las huertas. Son típicas de zonas rurales de clima mediterráneo o similar. Es un paisaje de parcelas cultivadas por riego artificial, que cuentan con pozos, norias, acequias, alquerías, aljibes, balsas de agua, embalses, aspersores y otras infraestructuras necesarias para el riego, además de edificios para almacenar los productos o que sirven de vivienda, como las barracas. Los cultivos característicos son hortalizas y frutales.
Las terrazas. Es un paisaje propio de las laderas de montaña. Se utilizan para corregir las fuertes pendientes cuando hay escasez de tierras cultivables en los valles y pueden usarse como bancales inundados.
Los campos abiertos (openfield). Es un paisaje que predomina en zonas templadas, llanas y de producción de cereal. Son grandes superficies de cultivos con parcelas regulares que carecen de barreras físicas entre ellas.
Los campos cerrados o cercados (bocage). Es característico de zonas húmedas, alomadas y de explotaciones agrícolas combinadas con pastizales para el ganado. Aquí las parcelas agrarias pueden tomar un aspecto irregular y están cercadas con muros de piedra o setos.
Las plantaciones. Son características de los países tropicales. Se trata de enormes extensiones de terreno agrícola donde predomina un único cultivo (o dos), que se dedica a la exportación. En ellas se produce caña, cacao, cacahuete, ananás, té, hevea, palma…
Los ranchos. Son un tipo de paisaje ganadero, definido por la explotación extensiva y los vastos terrenos de pastos, en los que se crían fundamentalmente bovinos, ovinos y cabaña caballar. Es característico de muchas zonas de América (México, Estados Unidos, Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela).
Los pólders. Las tierras ganadas al mar para el aprovechamiento agropecuario se denominan pólder.


2. Paisajes industriales

Los paisajes transformados industriales aparecieron hace algo más de doscientos años con la Revolución Industrial y han evolucionado mucho desde entonces. Algunos paisajes industriales característicos son:

Los paisajes negros. Se pueden reconocer por sus numerosas fábricas de gran tamaño, chimeneas y altos hornos, vías de comunicación (carreteras, ferrocarriles), minas y canteras, tendidos eléctricos, vertederos para los residuos... En ellos se desarrollan actividades de la industria pesada (siderúrgica, metalúrgica, química). Son característicos de las primeras fases de la industrialización con predominio de fábricas que usan energías fósiles muy contaminantes. Son habituales en muchos países de la Europa oriental y de los grandes países en vías de desarrollo como China, India, Indonesia, Brasil, México, Nigeria…Todavía se localizan en algunos lugares de Europa occidental y Estados Unidos. Como sustentan actividades industriales muy perjudiciales para el medio ambiente, suelen ser paisajes muy degradados y contaminados, afectados por la lluvia ácida.
Paisajes portuarios. Los puertos comerciales de las grandes ciudades presentan amplios muelles, en los que atracan buques de mercancías y petroleros, depósitos y almacenes, y algunas fábricas y construcciones características de la industria pesada, como refinerías, astilleros o complejos petroquímicos y siderúrgicos. Suelen ser paisajes degradados que se aproximan muchas veces a los paisajes negros, aunque en algunos casos se han remodelado y reconvertido en zonas culturales y verdes.
Los polígonos industriales. Son paisajes industriales de carácter urbano, que se sitúan en áreas planificadas por las autoridades en las afueras de las ciudades y junto a las carreteras principales. Ofrecen una tipología muy diversa, desde los que se asemejan a los paisajes negros, hasta aquellos en los que predominan las pequeñas empresas, talleres y naves de almacenaje.
Los parques empresariales. La industria más avanzada ha dado lugar a una variedad de paisaje industrial, los parques tecnológicos y científicos, en los que se localizan empresas muy modernas, normalmente asociadas a una arquitectura vanguardista y rodeadas de extensas zonas verdes, poco contaminantes y que desarrollan actividades de alta tecnología e investigación.


3. Paisajes urbano y rural

El paisaje urbano es aquel que ha sufrido la mayor transformación por parte de los seres humanos. Es un paisaje densamente ocupado por edificios de distintas alturas y calles de variada amplitud, en el que se desarrollan principalmente actividades relacionadas con los sectores económicos secundario y de servicios (comerciales, financieras, negocios, educativas, sanitarias).

El paisaje rural ha sufrido una menor transformación que el urbano. Está caracterizado por las actividades agropecuarias en el uso del suelo. El tipo de poblamiento puede ser disperso, es decir, con edificaciones aisladas entre los campos, o concentrado, en cuyo caso se trata de pequeños núcleos de población (pueblos y aldeas) bordeados de tierras agrícolas y ganaderas. El paisaje rural está mucho más extendido que el urbano por la superficie terrestre. Sin embargo, en los últimos tiempos se está produciendo una auténtica explosión urbana a escala mundial, de forma que las ciudades se están expandiendo y ganando terreno a las áreas rurales que las rodean. Este fenómeno de urbanización, que en Europa se produjo hace décadas, ha comenzado a darse también en los países menos desarrollados.

El paisaje rururbanizado describe los paisajes rurales en proceso de urbanización dada su proximidad a grandes ciudades. En ellos aparecen las edificaciones características del paisaje empresarial y residencial urbano: construcción de bloques plurifamiliares cerrados en altura, viviendas unifamiliares (adosados, pareados…), urbanizaciones cerradas, grandes bloques de oficinas, centros comerciales, anchas vías de transporte, modernas redes de comunicaciones…

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1 comentario:

jose dijo...

que paso papa ese internet como que esta atrasado de informacion tienen que meter mas informacion porque si no los boy a explotar com una bomba atomica. trabajo con las fars no me hagan caso para que ustedes vean lo que les va a pasar